Las emociones de la mentira

Mentir es un acto social que se realiza a través del lenguaje, es un acto construido y deliberado, que puede responder a muchas motivaciones diferentes, como por ejemplo librarse de un castigo, una condena o evitar una sanción, obtener un beneficio, o simplemente evitar un conflicto o pretender agradar en una interacción social.
 
Ahora bien, ¿Hay emociones asociadas a las mentiras? ¿Son estas emociones universales? ¿Se pueden detectar y observar? Aunque no hay un método universal para descubrir a una persona que miente, varios autores sostienen la teoría de que sí, hay emociones universales asociadas a las mentiras, y que, efectivamente, se pueden observar y estudiar.
 

Teoría de las Emociones Básicas

La teoría de las emociones básicas (TEB, del inglés basic emotions theory, BET) liderada por psicólogos como Ekman (1992), Izard (2011) y Matsumoto (2001), ha sido la teoría que ha dominado el panorama de las ciencias del comportamiento no verbal durante el siglo XX, dando un papel central a las emociones básicas.

Las emociones básicas o universales según estos autores son siete: alegría, tristeza, ira, asco, miedo, sorpresa y desprecio.

Emociones Asociadas a las Mentiras

Ciertos autores como Zuckerman, DePaulo y Rosenthal (1981) y Buller y Burgoon (1994) propusieron que mentir produce cuatro tipos de conductas observables, y entre ellas ciertas emociones. Estas emociones pueden estar relacionadas con el hecho de mentir, y/o al tema específico de la mentira.

Teoría del Factor Múltiple

Las emociones propuestas relacionadas con el hecho de mentir son (Ekman, 2003): culpa, vergüenza o miedo a ser descubierto.

¿Se Pueden Observar las Emociones?

Ekman y Friesen (1969) propusieron la conocida teoría de la “hipótesis de filtraje”, que sostiene que algunas expresiones verbales y corporales muestran las verdaderas emociones que experimenta el individuo al mentir, a pesar de los esfuerzos de este por esconderlas. Esto se basa en la “hipótesis de la inhibición”, propuesta inicialmente por Darwin (1872).

Esta hipótesis sostiene que algunas acciones musculares faciales asociadas con emociones (Ekman, Friesen y Sorensen, 1969) no pueden ser inhibidas por completo, y la verdadera emoción se expresará de todas formas (Ekman, 2003).

No hay un símbolo inequívoco que delate a una persona que miente, como tampoco hay una única emoción universal que se exprese como resultado de decir una mentira. Las emociones ocultas no son necesariamente indicadores del engaño, pero conjuntamente con otros indicios de engaño pueden indicar una intención de mentir (ocultar o falsear información deliberadamente; Ekman, 2005).

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